Celebramos la Virgen del Carmen, tan querida en los diversos lugares de nuestra diócesis. Pido por todos vosotros en las diversas celebraciones que presidiré, necesariamente mermadas por esta pandemia. Me siento reconfortado por ese amor a María la Virgen que encuentro en todas partes, por encima de cualquier circunstancia.

Ciertamente vivimos momentos de incertidumbre. Quiero acordarme hoy especialmente de los enfermos, los fallecidos y sus seres queridos. Los ponemos en los brazos de María, nuestra querida Virgen del Carmen, para que, quien un día abrazó el cuerpo de su Hijo bajado de la cruz, los conforte ahora, y sea poderosa intercesora ante quien es el Señor de vivos y muertos.

La Virgen del Carmen es la Estrella de los Mares, la que orienta a los marineros y a todos los que surcan los océanos de la vida y de la muerte, y cuya guía nos lleva a buen puerto, cerca de Dios. No reparemos en rezarle en los momentos de mayor inquietud, cuando no sabemos hacia donde tirar, o en momentos de especial oscuridad. Una madre nunca abandona a sus hijos.

También es la Estrella de la Nueva Evangelización, modelo de fe; de escucha, confianza y obediencia. Nos enseña que el fundamento de cualquier actividad apostólica es mirarle y escucharle siempre a Él, a Cristo, aceptando su Palabra en el corazón, como hizo María y como ella nos enseñará a hacer. La “Estrella de los mares”, nuestra querida Virgen del Carmen, es maestra en la orientación de caminantes y marineros, y te acompañará. Deja cualquier rutina, busca a los alejados con la imaginación del amor que encuentra nuevos caminos y renueva los antiguos. Virgen del Carmen, intercede por nosotros.

Evangelio Del Día

El Rosario nos ha hecho intercesores, amigos de María y de Jesús, luchadores del bien, obedientes a la voluntad de Dios

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