Ayer celebrábamos el Día de Oración por las Vocaciones, en el Domingo de Pascua que ha venido a llamarse del Buen Pastor. En el mensaje escogido por el Papa este año -‘Empujados por el Espíritu para la misión’- Francisco subraya la «dimensión misionera de la vocación cristiana»: «El compromiso misionero no es algo que viene a agregarse a la vida cristiana como si fuese un adorno, sino, al contrario, se sitúa en el centro de la propia fe. La relación con el Señor implica ser enviados al mundo», recuerda Francisco.
Está claro que el mensaje recalca que todos los cristianos hemos sido constituidos misioneros del Evangelio. Tener esto claro es sumamente importante pues con este criterio nos abrimos de forma particular a una especial consagración y también a la vocación sacerdotal. Jesús nos invita a rechazar la idolatría del éxito y del poder, la preocupación excesiva por nuestro porvenir y a un apetito que obedece más a un espíritu de conquista que de servicio. Con Jesús, sin embargo, nos hacemos sencillamente disponibles, dispuestos a escuchar la voz del Señor y a servirle en los hermanos.
El pueblo de Dios precisa pastores que sean guías porque gastan su vida al servicio del Evangelio. Es imprescindible, por tanto, que todas las comunidades parroquiales, asociaciones y grupos de oración pidan al Señor que mande operarios para su mies y nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio. La Iglesia precisa sacerdotes «confiados y serenos» que «con renovado entusiasmo misionero, se sientan movidos a salir de los recintos de sus seguridades, para consentir a la ternura de Dios de acercarse a favor de los hombres».
El Blog del Obispo Zornoza 