Nuestros seminaristas, en torno al 19 de marzo, se encuentran en Campaña por el Día del Seminario. Se que muchos jóvenes pensáis alguna vez si os está llamando Cristo. No dejéis pasar su llamada. “¡Poneos en camino!”, dice Jesús, para llevar su paz. Queridos jóvenes: El mundo necesita el amor de Dios, su perdón y su salvación, y no lo encontrará sin curas que por El lo dejen todo. Pero sabed, eso sí, que Jesús mismo nos recompensa y nos da la felicidad, el ciento por uno aquí y por toda la eternidad. No temáis emprender la mejor aventura. Los necesitados os esperan. Id, pues, y decidles en su nombre: “Está con vosotros el Reino de Dios” (Lc 10,9). Desde este fin de semana los seminaristas se encuentran recorriendo la Diócesis, parroquias, colegios, institutos, grupos, anunciando con valentía esta gran vocación, la de ser sacerdote, a la que se preparan con cariño.
“La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10,2). Hermanos todos: seguid pidiendo insistentemente al Señor por estos seminaristas, las vocaciones y la santidad de sus sacerdotes, que tanto necesitamos. El sacerdocio es un regalo precioso de Dios que ofrece a quienes le aman de verdad y son capaces de dejarlo todo para servirle como amigos íntimos suyos hasta compartir con el su misión. Os pido también que colaboréis con generosidad en las colectas que se realizarán en las parroquias para ayudar al Seminario. Hace mucha falta.
¡Qué alegría, hermanos, ser sacerdote hoy! ¡Qué honor poder ser presencia de Cristo en nuestra sociedad, y vivirlo con ilusión, con la ilusión de Cristo mismo que viene a salvarnos! ¡Que gusto poder gastar nuestra vida para ser ministros de la misericordia de Dios y la reconciliación!