cenizamiercoles

Comenzamos la Cuaresma con un deseo intenso de auténtica conversión, de volver nuestro corazón totalmente a Dios. Las tres herramientas clásicas de conversión que en todas las épocas recomienda la Iglesia y han usado los santos son: la oración, el ayuno y la limosna. La oración,  nos acerca al amor de Dios y nos da su mirada compasiva para reconocer en el hermano, y en especial el que sufre, el rostro de Cristo.  El ayuno nos hace desprendernos de lo superfluo, volver a lo esencial, poner a Dios en el lugar que le corresponde en nuestra valoración de la vida, asumir los criterios del evangelio. La limosna es amor activo capaz de compartir las penas y las carencias, hasta ver sus necesidades como propias y cargar con los dolores ajenos, intentando remediar en lo posible sus problemas. En el centro, la Cruz, mirar el amor de Dios en Cristo Crucificado y entregado por nosotros; la caridad, que tiene su fuente en Dios. La conversión nos lleva a la fuente del amor, donde nos reconocemos deudores. Debemos pedir perdón, acoger la gracia de Dios en el sacramento del perdón, y, con conciencia renovada, salir de nosotros mismos para buscar al que está necesitado. Deseo que aproveches la Cuaresma al máximo. Lo mejor está por venir.

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