¡Cristo ha resucitado, y con su resurrección nos ha alcanzado la victoria, la Vida, Su Vida! La resurrección de Jesucristo sigue siendo la gran noticia que no podemos guardar para nosotros. Toda ocasión es buena para comunicarla, como hicieron los primeros discípulos y hasta hoy los que le sucedieron a través de los siglos.
Salgamos al encuentro de los que viven en las periferias humanas porque nos esperan sin decirlo. No nos quedemos en las quejas estériles, sino pongámonos a trabajar por los demás, con la fuerza que tiene confesar a Jesús sin miedo, con alegría, naturalidad, de tú a tú y escuchando al otro.