
MI MENSAJE POR L PASCUA DEL ENFERMO 2023.
La Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua, se celebra el 14 de mayo. La campaña pone el foco este año en el cuidado de los mayores, con el lema: «Déjate cautivar por su rostro desgastado». Hemos de agradecer la misión pastoral de quienes «cuidáis a quienes padecen por la enfermedad y las limitaciones que los años nos van imponiendo». Es una misión pastoral que «siempre actualiza la caridad de Cristo que tuvo en los que sufren a sus preferidos. Tened la certeza de estar cada uno en el corazón de la Iglesia». (Mensaje d la Conferencia Episcopal para la Pascua del Enfermo, 2023)
Esta campaña del enfermo pone en primer plano a nuestros mayores y nos propone «dejarnos cautivar por su rostro”, para acoger la invitación del papa Francisco de «volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño” (Evangelii Gaudium 288). «Conviene más que nunca comenzar una reflexión cuidadosa, clarividente y honesta sobre cómo la sociedad contemporánea debería “acercarse” a la población de edad avanzada» (Academia Pontificia para la Vida, La vejez: nuestro futuro…). Ciertamente «no se necesitan estrategias, sino relaciones humanas». Por este motivo, se han elaborado unas orientaciones para la pastoral de las personas mayores bajo el título general: “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones”. Con este documento se consolidan los trabajos que, desde múltiples realidades eclesiales, se desarrollan en el mundo de los mayores.
La ancianidad ha de entenderse como un tiempo de gracia que puede ser de especial vitalidad puesto que “en la vejez la esperanza no nos instala en la pasividad, sino que hasta el último momento tenemos la oportunidad de ser testigos de aquel que se hizo hombre para salvarnos”. No olvidemos que el lugar natural de las personas mayores es su familia, donde, por una parte, tienen mucho que aportar y, por otra, deben ser acogidos, cuidados, respetados, porque las personas mayores ante todo son esposos, hermanos, abuelos de otras personas. Ellos son depositarios de la sabiduría y de la historia que compartimos. Alguien afirmó que “envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena” (I. Bergman).
No olvidemos que los mayores están muy comprometidos en la Iglesia con los trabajos pastorales, participando en la liturgia, la catequesis, la pastoral de la salud, Cáritas, etc., aportando su fe, su experiencia y su tiempo. Los ancianos son auténticos portadores de la fe y testigos de la historia, protagonistas del hoy y agentes del mañana de la Iglesia. Han cuidado y siguen cuidando de los demás, dándonos ejemplo de sacrificio. Son maestros de compasión, una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras que debemos aprender, pues el simple hecho de cuidar, atender y desvelarnos por otra persona desvela el amor cristiano y es fuente de bien. No despreciemos el cuidado de los ancianos, una tarea inmensa que necesita voluntarios —jóvenes, adultos y los mismos mayores— que, ricos en humanidad y espiritualidad, tengan la capacidad de acercarse a las personas de la tercera y de la cuarta edad sosteniéndoles en sus necesidades. Promovamos más y mejor la pastoral de las personas mayores en las parroquias. Junto a su gratitud encontraremos el consuelo de la caridad y la cercanía del corazón misericordioso de Dios.
TE INTERESA
Mensaje de la Conferencia Episcopal para la Pascua del Enfermo, 2023