
Hoy día 2 de febrero, celebramos la Presentación de Jesús en el Templo. Los ancianos profetas Simeón y Ana que recibieron a Jesús cuando fue presentado en el Templo son los santos patronos del Movimiento Vida Ascendente, Movimiento de Apostolado Seglar de Jubilados y Mayores para crecer en la fe, fomentar la amistad y ser miembros activos de la Iglesia y de la sociedad.
El objetivo de Vida Ascendente es llevar y fomentar el mensaje evangélico a los jubilados y mayores para que ellos mismos puedan poner al servicio de este mensaje su caudal de fe, experiencia y tiempo. En la diócesis son muchos los grupos que se reúnen en las parroquias fomentando la espiritualidad cristiana y el apostolado, ayudándose mutuamente en todo, ahondando día a día en una gran amistad –de manera especial en el mundo de los mayores y de la familia— donde ejercen una ingente labor de ayuda a los hijos y, especialmente, de atención e incluso educación de los nietos. También contribuyen activamente a la acción pastoral de las parroquias en catequesis, ayuda litúrgica, caritativa y social, etc. y participan según sus condiciones en diversas actividades de voluntariado.
Este recuerdo de las personas mayores nos lleva a la reciente creación en la diócesis del Secretariado del Mayor. Este nuevo organismo diocesano, que se integra en la Delegación Diocesana de Familia y Defensa de la Vida, ha nacido como respuesta a una propuesta del Santo Padre para atender a las personas mayores, jubilados y ancianos, en sus parroquias, casas o residencias, ofreciéndoles así una atención especial de evangelización y mayor cuidado.
El Papa francisco nos recuerda que los ancianos son indispensables para construir el mundo del futuro. El cuidado de los ancianos y su capacidad de diálogo con las nuevas generaciones es una preocupación constante del Papa, que ha dedicado buena parte de las audiencias generales de los miércoles de este año a predicar con una catequesis sobre la vejez. La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. En el contexto de un mundo con numerosas heridas, el Papa señala un papel fundamental para la generación de los ancianos. “Las personas mayores –nos ha dicho— tenemos a menudo una sensibilidad especial para el cuidado, la reflexión y el afecto. Somos, o podemos llegar a ser, maestros de la ternura.”
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