
HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE CORPUS CHIRSTI
Si en el origen de la fiesta de Corpus Christi estuvo la intención de fortalecer la fe de los creyentes en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, también hoy, debemos mirar a Cristo Eucaristía para reconocer un Amor eterno que devuelve el sentido a la vida y saca al hombre de la desesperanza, de la soledad y del agotamiento extenuante del narcisismo y la ausencia de Dios.
Cristo Jesús está aquí presente porque Dios se hizo hombre por Amor infinito a los hombres, dio su vida por nosotros muriendo en la Cruz, “nos amó hasta el extremo” y sigue amándonos con una intensidad divina excesiva, hasta el punto de salir a buscarnos a cada uno para sanar nuestras heridas, consolar nuestros afectos y colmarnos de esperanza. Como en los caminos de Galilea sale hoy a nuestras calles pues “pasó por el mundo haciendo el bien” (Hch 10,38). Jesús se acerca hoy a nosotros y nos dice: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os confortaré” (Mt 8,28). Y a los que viven la vida perdidos, sin sentido: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Y a los desconsolados y abatidos por el pecado: “Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por cien justos que no necesitan conversión” (Lc 15,7). (…)
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