MI MENSAJE POR LA FIESTA DE DE SAN JOSÉ OBRERO

La resurrección de Cristo anima las esperanzas terrenas con la «gran esperanza» de la vida eterna e introduce ya en el tiempo presente la semilla de la salvación (cf. BENEDICTO XVI, Carta enc. Spe Salvi, 3; 7). La resurrección de Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios permitiéndonos compartir con Él una vida que nos lleva a la realización plena. Nos ha unido al Padre, nos ha dado su Espíritu. La gracia y la salvación son su mayor regalo y, por esto, podemos actuar en el mundo a partir de esta vida que hemos recibido.

Jesús se presenta vivo a los discípulos en sus apariciones pascuales y les otorga los regalos para vivir la vida resucitada. En el misterio de Cristo y en el don del Espíritu, Dios sale a buscarnos, nos abre un espacio en la comunión trinitaria y nos impulsa a vivir en el amor debido a su presencia en nosotros. Renovemos nuestro encuentro con el Señor resucitado.

La primacía de Dios que se entrega a si mismo ha de estar siempre presente en el creyente. De este modo se introduce en la historia una fuerza que nos hace pasar de un amor meramente humano a otro más poderoso, divino, que dinamiza el nuestro y nos permite actuar con un impulso insospechado. Este dinamismo nos identifica con Cristo, con su amor y entrega a Dios y a los hermanos, y nos mueve a amar a los hermanos como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos (cf. Jn 13, 1-13). Este ha de ser el modo de ser del cristiano. Este amor cristiano tiene aplicaciones concretas en la actividad económica, en la política, en la familia, en el comportamiento ético, en toda la actividad humana, capaz de crear formas de cohesión social, solidaridad y confianza. El Papa Francisco nos recuerda que la amistad con Dios nos rescata de la autoreferencialidad y que la fe es inseparable del don de si y la salida hacia el hermano.

Esta centralidad de la caridad unida a la verdad da consistencia a la actividad humana y es la vía maestra de la doctrina social de la iglesia, que se hace operativa en la búsqueda de la justicia y del bien común. De este modo la vida de fe, unida a la esperanza y al amor, es un faro para la evangelización y promueve un auténtico desarrollo que nos compromete con la búsqueda de la verdadera fraternidad y objetivos más humanos y humanizadores.

Hemos de dejar que la luz y la fuerza de la gracia de Cristo resucitado nos lleven a vivir la fraternidad, a promover la justicia, a cuidar la creación con inteligencia y amor. Cuidemos, por tanto, la vida espiritual, no nos cansemos de orar, acudamos a los sacramentos y la comunión eclesial que nos llevan a una vida cristiana coherente que busca la santidad y se implica en las realidades del mundo y la sociedad desde la primacía de Cristo, colaborando siempre con Él. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, pero nos permite afrontarlas unidos a Dios con una esperanza que no defrauda, para no desistir de hacer el bien buscando cada día el amor, la justicia y a solidaridad, empezando a saborear la alegría del Reino de los cielos.

Ante la celebración de la fiesta de san José obrero el 1º de Mayo no podemos dejar de pensar en las personas que no tienen trabajo y en sus principales reivindicaciones en torno a situaciones como la calidad del empleo, los niveles de desempleo, la pobreza laboral existente, las redes de protección social, los salarios, la seguridad y la salud laboral, la participación de los trabajadores en las empresas, el descanso, etc. El trabajo constituye una de las realidades humanas que más nos ennoblecen hasta el punto de ser un derecho de todos los ciudadanos. Con él se perfecciona la persona, se consigue el necesario sustento de uno mismo y de la familia y se contribuye al bien común de la sociedad como un auténtico servicio.

Procurar un trabajo decente es una preocupación y una prioridad de la Iglesia, como ha dicho el Papa Francisco. Empecemos por ofrecer a Dios cada día el trabajo bien hecho que vamos a realizar. Y no abandonemos el empeño de contribuir para hacer posible un empleo estable para los que carecen de él, y conseguir, además, para quienes tienen trabajo, que sea con unas condiciones dignas.

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