
MI MENSAJE POR LA JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
El día de la Solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, este año bajo el lema, «Comunicar encontrando a las personas donde están y como son». La comunicación es imprescindible para el desarrollo de las personas y de las sociedades libres, pero los medios de comunicación se han perfeccionado tanto que permiten que la comunicación entre las personas se realice de una forma muy rápida y simple, pero que puede ser interesada, invasiva, incierta, de modo que puede acercarnos vivamente a la realidad, pero también alejarnos de ella. La comunicación se vuelve cada vez más impersonal y subjetiva, lo que la hace manipulable.
Tenemos ciertamente un extenso magisterio sobre la comunicación social, pero a veces nos quedamos en esto, sin pasar a las realizaciones, y se puede caer también en el «clericalismo comunicativo» o en la «mundanidad comunicativa».
En su Mensaje para la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Francisco advierte del riesgo de una información uniformizada, mimetizada, exhortando a ir «donde nadie va». En su discurso tiene un gran peso la dinámica de ponerse en marcha con pasión y curiosidad, de salir «de la cómoda presunción de lo ‘ya conocido». Además, anima a los comunicadores, en estos momentos de dificultad, a que ejerzan su labor de una manera personal, imprescindible, poniendo el acceso a la verdad por encima de otros intereses, pues su primera y gran responsabilidad es con la verdad y con la sociedad. Los medios de comunicación pueden ser herramientas para «tejer hilos» de historias que humanizan, historias de fraternidad. El Papa Francisco ha hablado de “dejar los contagios comunicativos ideológicos, también eclesiales, y ejercer la comunicación no como poder, sino como servicio al público. Se trata de «procesos», como dice el Papa y no de «ocupar espacios». También nos ha insistido en no promover las fake news.
Necesitamos abrimos al encuentro para no permanecer como espectadores, a pesar de las innovaciones tecnológicas que tienen la capacidad de ponernos frente a una realidad aumentada en la que nos parece estar inmersos. Pero no nos sirve una información construida en las redacciones, frente al ordenador, en los terminales de las agencias, en las redes sociales, sin salir nunca a la calle, sin “desgastar las suelas de los zapatos”, sin encontrar a las personas para buscar historias o verificar de cerca ciertas situaciones. Por ejemplo, la misma crisis de la pandemia que padece el mundo puede contarse «sólo con los ojos del mundo más rico», y llevar así una «doble contabilidad». La información –con sus inmensos soportes e instrumentos digitales— es valiosa si permite encuentros que de otra forma no se producirían”. También aquí se puede decir como Jesús en el evangelio: “ven y lo verás”, que es el método más sencillo para conocer una realidad, la verificación más honesta de toda comunicación, porque para conocer es necesario encontrar, permitir que aquel que tengo de frente me hable, dejar que su testimonio me alcance. Entonces te involucra en la experiencia y provoca un diálogo.
Los criterios de este mensaje podemos hacerlos propios, aunque no nos dediquemos específicamente a la comunicación, si nos proponemos salir de nosotros mismos, y encaminarnos siempre hacia la búsqueda de la verdad. Aprendamos a escuchar, a conocer las cosas de primera mano sin cultivar prejuicios, a no sacar conclusiones apresuradas, tomándonos tiempo para entender, prestar atención a lo esencial, sin dejarnos distraer por lo superfluo, a distinguir la apariencia engañosa de la verdad.