
Hemos de tener siempre entre las manos la Palabra de Dios, llevarla en la cartera, en el bolso, en el móvil, y en el corazón. A través de la Biblia Dios nos habla personalmente. Las Escrituras nos abren el corazón de Dios porque Él quiere relacionarse con nosotros. Esa es su grandeza. La Biblia nos sirve para conocer lo que Dios ha dicho de sí mismo y, por lo tanto, nos lleva a saber de Él para conocer cómo nos ama y poder corresponderle. Es sumamente importante que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios, que se nos entrega en la Sagrada Escritura.
Nadie duda hoy del valor de la Palabra de Dios, y, como recuerda el Papa Francisco, hay muchas iniciativas para hacernos accesible la comprensión de la Sagrada Escritura, especialmente indicadas para los catequistas, maestros, padres y educadores, por la misión que tienen de ayudar a crecer en la fe a los demás, pero debemos impulsar aún más su conocimiento y lectura, hemos de conocerla mejor. Recordemos, por citar un ejemplo actual, nuestra preocupación en la crisis que padecemos: ¿cómo hacer llegar a nuestros contemporáneos este hablar de Dios en la pandemia, si tantos no entienden ni lo que la Palabra Dios significa para ellos?
La Palabra de Dios es el lugar del encuentro entre Dios y el hombre. “La escucha de la Palabra de Dios es –indudablemente— decisiva en nuestra relación con el Señor y para vivir nuestra existencia como discípulos suyos. Uno de los últimos gestos realizados por el Señor resucitado antes de su Ascensión fue mostrar el sentido del misterio pascual a aquellos discípulos asustados y decepcionados: «Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,45); “Sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la vida de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables” (Aperuit Illis, 1).Debemos agradecerlo y aprovecharlo porque “la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la Palabra de Cristo” (Rm 10,17). No hay, por tanto, posibilidad de establecer una relación personal con Jesucristo si no es a través de la escucha de su Palabra, especialmente en la acción litúrgica, pero también en la meditación personal. Poco o nada podremos decir al mundo de hoy, poca esperanza fundada podremos anunciar, sin un trato asiduo, familiar y cercano con la Palabra de Dios.
Te puede ayudar:
Aperuit Illis, del Papa Francisco
«Sin la Palabra de Dios no entendemos nada»