
Nadie coma de esta carne sin adorarla (Sacramentum Caritatis 66) y el papa Francisco nos recuerda continuamente cómo la vida cristiana se vuelve insípida si no trasciende, si se queda encerrada en sí misma. Trascendencia hacia Dios por medio de la adoración y trascendencia hacia el otro por medio de la caridad. Éstas son las dos claves para que nuestra vida esté llena de vigor y llene de sabor el mundo actual que el Señor nos ha encomendado y del que no podemos desentendernos. (cf. Homilía 23 de mayo 2013. Roma).
¿Por qué la adoración? El hombre que no adora se empequeñece. Considera su vida sólo como un trasunto humano y éste termina hastiando, incluso aburriendo. La adoración abre nuestra vida a lo que es más grande que nosotros, ensancha nuestro corazón y nuestra inteligencia, y entonces –paradójicamente- en vez de alinearnos, encontramos nuestra auténtica medida: estamos hechos, no nos hemos dado la vida a nosotros mismos y por lo tanto nuestra vida es un proyecto más grande de lo que creíamos; la misma paternidad y maternidad, los estudios o el trabajo, la amistad o incluso el gusto por la vida se hacen más grandes, son un don, algo que Alguien me da y yo le doy gracias por ello, le adoro y le reconozco. Como dice el salmista: Abres Tú la mano y sacias de favores a todo viviente (Sal 144, 16)
Como ha dicho el pensador agnóstico contemporáneo Habermas: El gran drama de nuestro mundo secularizado es que no tiene a quién agradecer lo bueno de la vida ni a quién gritar por lo que le hace sufrir (Conversaciones entre Habermas y Ratzinger. 2001). Nosotros sabemos que tenemos a Quién agradecer y gritar, a Quien adorar porque Él mismo ha revelado su Rostro, sus intenciones, su proyecto: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tengan vida eterna (Jn 3, 16) ¡Existimos porque Él nos ama! Por amor, como un proyecto único e irrepetible. Y no sólo eso. Hemos sido pensados para vivir la vida divina, para la vida eterna, para ser como Dios, amar como Dios.
#SagradoCorazón: Amemos y tratemos bien la Eucaristía, acudamos a la Adoración
El Papa Francisco introduce tres nuevas invocaciones en las letanías del Rosario