
El Evangelio nos lleva siempre a caminar en comunión, asumiendo nuestros límites, abiertos a la acción poderosa de Dios, recuperando continuamente la misión evangelizadora y dispuestos a responder a cuantos se abren a la gracia de Dios con la palabra del apóstol: “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hch 3,6). Decía en la Carta Pastoral de inicio de curso: “Es necesario para ello, como nos recuerda Francisco, redescubrir el sensus Ecclesiae que nos libra de particularismos, personalismos narcisistas y tendencias ideológicas, y que siempre va unido a la comunión de la que puede nacer una verdadera sinodalidad para caminar unidos en la fe y el amor”.
¡Qué importante es orientar nuestros pasos para crecer como Iglesia en este “sentido” servicial, por el que prevalece el amor fiel, cuidadoso en la fraternidad. No sólo somos partícipes de ella, sino responsables de su presente y de su futuro. Tenemos mucho que podemos dar a los demás. Por eso, cada uno puede aportar un poco de lo que sabe: una sonrisa cercana, una mano que apoya un hombro desconsolado, echar una mano cuando sea necesario, acompañar en silencio al que sufre. Pon al servicio de los demás en tu parroquia no solo lo que tienes, también lo que sabes, lo que eres. En toda familia hay necesidades, y la parroquia es una gran familia de familias que siempre necesitará de tu ayuda. Dedica algo de tu tiempo en tu parroquia a los demás. El tiempo que puedas: media hora, una, tres horas… Lo que se ajuste a tu situación de vida. La iglesia entera, con todos sus fieles, hemos de sacar adelante la tarea encomendada por el propio Cristo.
Ya desde sus inicios, la primitiva Iglesia apostólica fue un ejemplo de esta generosidad “Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2, 44-45). Hoy, como entonces, las necesidades pastorales y asistenciales de la Iglesia son numerosas y su desarrollo depende de la generosidad de cada uno de nosotros. Colabora también con tus bienes con los que también se ayuda a las personas. Es un gesto de esperanza y de amor.
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