MI HOMILÍA EN LA CONSAGRACIÓN DE LA DIÓCESIS DE CÁDIZ AL SAGRADO CORAZÓN
«Presentémonos ante Cristo, que es el Corazón de la Misericordia del Padre. Este corazón del Buen Pastor divino del que nos habla el Evangelio no es cualquier devoción. Es un corazón paciente que nos ama, que busca a la oveja perdida, que nos perdona, que nos conoce y acoge siempre. Es un corazón que acompaña, que mira, que lucha, que llora, que salva, que muestra su herida, un corazón siempre solidario con las heridas de los demás. Un corazón que sana y en cuyas cicatrices están todas nuestras cicatrices del cuerpo y del alma. Es el corazón de Cristo, corazón de misericordia, el único que puede saciar nuestra sed de vida y felicidad.»
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