MI HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI 2019, S.A.I. CATEDRAL DE CÁDIZ.

La Eucaristía nos reúne en presencia del Señor y nos lleva a la comunión. La Iglesia renueva su conciencia de ser signo e instrumento de la íntima unión con Dios y también de la unidad de todo el género humano (Cf. LG 1). El Cuerpo de Cristo nos hace gustar una vez más la Alianza entre Dios y su pueblo a lo largo de la historia. La Eucaristía es expresión, ante todo, de comunión entre los miembros de la Iglesia. Comer su cuerpo nos hace cuerpo: “Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3, 28). Eso es ser cristiano, vivir unidos más allá de nuestras diferencias. Su amor, por consiguiente, es también el proyecto de solidaridad para toda la humanidad. No caigamos en particularismos ni divisiones que desgarran la Iglesia. De poco sirve que nos agotemos trabajando pastoralmente si no vivimos la unidad. La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús, tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: “el pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (cf. DCE 14).