
Aún nos encontramos en Pascua. Ni más ni menos que 50 días que son como un gran domingo. Un Día que son 50, en el que celebramos la presencia viva de Jesús. Os deseo para todos vosotros que la alegría de la Pascua y la exuberante acción de gracias que provoca en nosotros siga llenando vuestros corazones de esperanza para vivir la vida con el gozo de Dios que estimula la entrega más noble y generosa. La gran noticia para el mundo es que Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, ha resucitado. Este acontecimiento único marca la historia de la humanidad, puesto que la renueva por dentro. Desde ahora es una nueva creación. También hoy sigue siendo la mejor noticia. Sin la resurrección vana sería la vida del hombre de la humanidad. En el siglo XXI los cristianos, testigos de este hecho, lo proclamamos al mundo. El Señor Jesús está vivo y reina glorioso para siempre por su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. ¡Alegrémonos porque Cristo ha resucitado!
La Pascua es un nuevo comienzo. La muerte victoriosa de Cristo es el momento culminante de la obra de la redención y nos recuerda siempre que el amor de Dios es más fuerte que la muerte. Nadie puede seguir a Jesús y perderse. Solo el amor tiene la última palabra. Cristo ha derrotado la muerte y proclama que Dios existe y está al lado de la vida y el bien, está a nuestro lado comprometido con nosotros y nuestra historia. La Pascua celebra el misterio de Cristo en su totalidad. Cristo es el Cordero sacrificado por nosotros que pasa de la muerte a la vida y nos otorga vida nueva. Para participar en la vida nueva los bautizados vivimos la Eucaristía, que es nuestra Pascua. Desde que Cristo resucitó hemos sido asociados a su victoria, de modo que nuestro sufrimiento unido al de Él lleva en sí la semilla de la esperanza, que en la eternidad germinará en gloria y, al final de los tiempos, en Resurrección, “porque si hemos si hechos una misma cosa con Él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante” (Rm 6,5).
Te vuelvo a enviar: mi mensaje en la Pascua de 2019