
La Misa de la Cena del Señor que celebramos hoy, en el Oficio de Jueves Santo, tiene un carácter festivo, unitario y comunitario. Recuerda la Institución de la Eucaristía que apunta a la Cruz y a la Resurrección. En la Última Cena Jesús anticipó en el rito eucarístico su entrega y su victoria. Vivamos con intensidad este día.
La Iglesia ha sido fundada en el pacto de la Cristo en la Cruz, en una alianza nueva. La Nueva Alianza, el pacto definitivo de amor de Dios con nosotros, cobra todo su significado y permanencia en esta Cena íntima, que se perpetuará cada día para poder ser vivida en plenitud al final del tiempo. En el lavatorio de pies, cuando el Señor nos invita a hacer lo mismo, vemos claramente cómo Jesús transforma milagrosa y sencillamente los acontecimientos de muerte que anticipa, en ocasión de entrega generosa.
La Iglesia vive de la Eucaristía y nosotros también. Guardemos con fidelidad esta Cena que nos alimenta, en la que Cristo se hace realmente presente y se nos entrega, haciéndonos discípulos fieles en la humildad y en el amor del que ha dado la vida por nosotros. Amémonos así unos a otros para que el mundo crea.