
En torno al Día del Seminario, en vísperas de San José, custodio y protector de las vocaciones, recordamos a estos jóvenes que valientemente se preparan para el sacerdocio. Han salido a parroquias, institutos, y diversos centros a dar testimonio de la llamada que Dios nos hace al corazón de cada uno, para una misión concreta e insustituible de amor en medio del mundo. Demos gracias al Señor porque la Diócesis de Cádiz y Ceuta cuenta con una veintena de seminaristas entre los dos seminarios mayores –el S. Conciliar y el S. Misionero Redemptoris Mater— que se preparan para ser sacerdotes al servicio de la Iglesia y del mundo. Dos de ellos recibirán próximamente la ordenación sacerdotal y otros varios el diaconado, con mucho entusiasmo y con ilusión. Saben que van a tener que ir contracorriente. Los intereses de Dios les hace escoger al Señor como su tesoro, dejando tantas cosas lícitas y buenas de las que quieren prescindir para vivir al servicio de los demás, para entregarse a los demás, y lo que es más difícil, para intentar en sus propias vidas, en sus palabras y en sus gestos, representar al mismo Cristo, al que, en su persona, quieren invitar a conocer, amar, viviendo la vida de fraternidad de la Iglesia, donde unidos en la fe, la esperanza y la caridad, queremos caminar hacia el Señor.
El Día del Seminario se celebra con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la oración y la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas. Porque es necesario un ambiente vocacional, un clima espiritual donde se valore la vida como don de Dios para servir a los demás haciendo su voluntad, para escuchar su llamada. Esta cultura vocacional debe ser la consecuencia de nuestra fe compartida, de nuestra fraternidad, del sentido de comunión dentro de la Iglesia, que nos hace vibrar por servir al Señor donde quiera que el nos llame. De este modo han escuchado la llamada de Dios tantos jóvenes que, después de hacer su discernimiento, se han ofrecido para servirle como ministros de Cristo, para representarle ante el mundo y llevar el consuelo de la fe, la esperanza y la caridad. Demos gracias a Dios.