MI MENSAJE PARA LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN CONTRA LA TRATA DE SERES HUMANOS

El 8 de febrero de 2019 celebramos la Jornada Mundial de Oración contra la Trata de Personas, coincidiendo con la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, religiosa sudanesa que padeció durante su vida los sufrimientos de la esclavitud.
El tema de este año es “Juntos contra la trata de personas”. La trata de personas, –también llamado comercio de personas o tráfico de personas—, es un delito internacional de lesa humanidad que viola los derechos de la persona. Es el comercio ilegal de seres humanos con propósitos de esclavitud laboral, mental, reproductiva, explotación sexual, trabajos forzados, extracción de órganos, o cualquier forma moderna de esclavitud que atentan gravemente contra la voluntad y el bienestar del ser humano, sobre todo contra la libertad y la dignidad de las víctimas. Esto incluye la captación y el transporte ilegal de personas. La mayor parte de las víctimas son niñas, niños y mujeres. Es éste un fenómeno global: más de 130 países han denunciado estos casos. Es, ciertamente, una de las actividades ilegales más lucrativas, después del tráfico de drogas y de armas. De acuerdo con estimaciones de las Naciones Unidas, aproximadamente 2,5 millones de personas están siendo explotadas actualmente como víctimas de la trata de personas, ya sea para explotación sexual o laboral.
El Papa Francisco ha dirigido unas palabras para esta jornada exhortándonos a la oración durante éstos días y a la reflexión contra la trata. También la intención de oración del Santo Padre confiada a su red mundial de oración para el mes de febrero, es: “Por la acogida generosa de las victimas de la trata de personas, de la prostitución forzada y de la violencia”. Su propósito es denunciar seriamente la complicidad con la que la sociedad tolera y mantiene todo tipo de trata: explotación sexual, laboral, tráfico de órganos, mendicidad, matrimonios forzados, comisión de actos delictivos o cualquier otra forma de explotación. “Por ello es necesaria una toma común de responsabilidad y una decidida voluntad política para hacerle frente”.
Os invito a orar particularmente y en comunidad. Pidamos especialmente por las victimas, siempre sufrientes y degradadas, pero también para que los organismos internacionales tomen medidas a través de acuerdos y remedien esta injusticia global impensable en un supuesto mundo civilizado que debería proteger los derechos y respetar la dignidad de las personas. Seamos también nosotros sensibles y acogedores, pues, con más facilidad de lo que pensamos, estas víctimas extremadamente sufrientes pueden estar cerca de nosotros, especialmente entre los emigrantes y desplazados. Trabajemos por un mundo en paz, que sea la casa común donde todos nos sintamos parte de esa gran familia que es la humanidad, en igualdad. Un mundo donde, por fin, se rompan todas las cadenas de la esclavitud.
Imploremos auxilio e intercesión a la santa que padeció la esclavitud: Santa Josefina Bakhita. Bakhita, que significa «afortunada», es el nombre que se le puso cuando fue secuestrada, ya que por la fuerte impresión, nunca llegó a recordar su verdadero nombre; Josefina es el nombre que recibió en el bautismo. Ella misma contaba como lloró cuando unos negreros capturaron a su hermana, y cómo fue capturada después ella misma y vendida a cinco amos diferentes en el mercado de esclavos, tatuada y escarnecida:
Santa Josefina Bakhita, ayúdanos a imitar tu ejemplo, especialmente cuando sentimos la tentación de ignorar a los demás, de no ayudarlos, de rechazarlos o incluso maltratarlos y abusar de ellos… Oh Dios de amor, danos toda la fuerza para crecer en la auténtica libertad, en el amor por Ti, por el prójimo y por nuestra casa común.
¡Amén!
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«Las víctimas de la trata están más cerca de lo que pensamos»