Es el lema para celebrar, un año más, el Día de la Iglesia Diocesana, que celebramos este Domingo. Nos recuerda nuestro ser y deber para con la Iglesia particular, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, de la que somos hijos. Demos gracias a Dios por esta comunidad viva que crece en la fe y que se renueva espiritualmente para evangelizar, como es su misión, y que, ante los retos actuales, asume nuevos métodos de evangelización, donde está surgiendo un grupo fuerte de laicos formados y con una fuerte vibración apostólica y amor decidido para con los necesitados. Esta experiencia de comunión nos ayuda a vivir la fraternidad y fomenta entre nosotros mayor disponibilidad al servicio.
La experiencia de la caridad “es un compromiso activo y operante, fruto del amor cristiano a los demás hombres, considerados como hermanos, en favor de un mundo justo y más fraterno, con especial atención a las necesidades de los más pobres”. (Iglesia, servidora de los pobres, n. 30). Es encomiable el esfuerzo compartido para atender a través de Caritas las necesidades de tantísimos desempleados, excluidos y necesitados, así como el acuciante desvelo por los emigrantes que, de modo masivo, se nos presentan.
la Jornada de la Iglesia Diocesana con gratitud y alegría. El compromiso de sostener a la Iglesia en sus necesidades es la manifestación y testimonio del misterio de amor que alienta nuestra comunión e impulsa la misión de la Iglesia. Seamos conscientes de que nuestra aportación económica, nuestra participación personal y nuestra oración son necesarias para seguir desarrollando y mejorando estas acciones de evangelización y poner en marcha otras iniciativas que sigan acrecentando nuestro compromiso apostólico y la presencia viva de la Iglesia en nuestra sociedad.
Queridos amigos, rezo cada día por vosotros. Con más motivo, si cabe, en esta Jornada de la Iglesia Diocesana, en la que los pastores hemos de renovar nuestro compromiso con la Iglesia particular de la que somos cabeza y a la que nos debemos. Rezad por mi y por vuestros sacerdotes.