Celebrar el Vía Crucis Solemne en el Año Jubilar de esta Diócesis de Cádiz y Ceuta ha sido un tiempo de gracia en el que el que los fieles han mostrado su fervor, su devoción y su ánimo de ser apóstoles y evangelizar. Dios se ha hecho visible a través de una delicada belleza, mostrándonos su amor: “Dios es amor”. Se dejó atravesar por la lanza derramando para nosotros la sangre y el agua que nos dan la vida. Descubrir el amor infinito de Cristo es la respuesta concreta a nuestra sociedad, involucrada en un proceso sutil y prepotente de secularización y de ateísmo. «El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que… debemos recurrir para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su amor» BENEDICTO XVI. En este conocimiento descubrimos la escuela de amor de Dios, a través de su humanidad, de Jesús, el Maestro, que valora lo interior y la intención íntima, más que lo puramente exterior; que acepta y valora el sentimiento y los afectos; que enseña el amor generoso y educa el corazón en la humildad -contra todo orgullo y soberbia-, que habla a los hombres de hoy ayudándonos a vencer la superficialidad, la hipocresía o la violencia. Su propuesta de espiritualidad implica toda la existencia humana, más allá del sentimiento. Demos gracias a Dios porque a través de sus misterios mostrados y rezados con belleza en este fin de semana, nos cautiva con su amor y nos lleva por la vía santa de la caridad.
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