
Hoy celebro con los sacerdotes de nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta la Solemnidad del Sagrado Corazón. Quiero agradecer a todos los sacerdotes su entrega y su fe, especialmente los de nuestra diócesis, que con constancia y generosidad se entregan para servir a todos y que la gracia de Dios y su consuelo llegue hasta los más alejados y necesitados. Cada vida contiene una riqueza y una entrega que sólo Dios conoce, con incontables luchas y desprendimientos, pero frecuentemente desconocida para los demás. El día consagrado al Corazón de Jesús nos da la oportunidad de agradecérselo con oración y alguna muestra de cercanía y gratitud. El clero de la diócesis reunido renovará su promesa de santidad y, al mismo tiempo, daremos gracias a Dios por aquellos que cumplen veinticinco y cincuenta años de servicio sacerdotal, celebrando sus bodas de plata y de oro sacerdotales en el seminario. Pidamos para que con la santidad de sus vidas nos inviten a todos a salir de la mediocridad para seguir con entusiasmo al Señor y para llevar a todos su alegría y consuelo.