MI HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI 2018 EN LA CATEDRAL VIEJA DE CÁDIZ
“(Jesús), tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: –Tomad, esto es mi cuerpo. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio, y todos bebieron Y les dijo: –Esta es la sangre de mi alianza que es derramada por muchos” (Mc 14, 22-26).
Son las palabras de aquella cena ritual del Jueves Santo que estamos celebrando de nuevo, donde se selló con un sacrificio una Nueva Alianza de amor entre Dios y nosotros, y, con ello, la lógica del sacramento, que es la lógica de la gratuidad, la lógica del servicio, la lógica de la entrega mutua, la lógica del Evangelio, por lo que dice el Señor “el que quiera ser el primero entre vosotros que se haga el servidor y el último de todos”. Esta es la lógica de la Eucaristía que celebramos hoy con toda solemnidad. Es lo contrario de la lógica de eso que llama el Papa Francisco la “autoreferencialidad”, el individualismo, el egoísmo, el vivir para sí, afirmarse a sí mismo en contra de los otros, buscar el poder para dominar, hacerse enemigos. Esta segunda es la lógica que lleva a las guerras y desigualdades, al olvido de los otros, al del drama de todo lo que destruye…
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