El Octavario por la unidad de los cristianos, nos llama un año más a orar por la restauración de la unidad visible de la Iglesia.  Solo la permanencia en Jesús y, por medio de él en Dios Padre, don que hace posible el Espíritu Santo, puede dar a los cristianos la unidad que puede hacer visible a los ojos del mundo el misterio de comunión que es la Iglesia, que se alimenta de la comunión trinitaria del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Los cristianos necesitamos de aquella unidad que haga visible el amor de Dios por el mundo, un amor desconcertante que nos llena de admiración, pues anuncia la victoria de Cristo sobre la muerte.

Los cristianos hemos de afrontar juntos el reto de una sociedad que, siendo cristiana en sus orígenes, se aleja de la tradición cristiana de fe. Es, sobre todo, ocasión propicia, para intensificar la oración por la unidad visible de la Iglesia, porque esta unidad sólo puede dárnosla Dios, que es misericordioso, como don que cause nuestra alegría, librándonos de las cadenas que condicionan y atan nuestra libertad de hijos de Dios. Esperando este don de la plena unidad, el Octavario es asimismo ocasión de manifestar en algunos actos de oración lo mucho que compartimos en la fe; también se puede testimoniar en algún acto social conjunto la caridad de Dios que ya nos une. Así iremos rompiendo unas cadenas invisibles que nos mantienen en tantas ocasiones esclavos de prejuicios y sin voluntad para poner de nuestra parte lo que Dios nos pide: un corazón arrepentido de nuestras faltas y pecados y abierto a llegada de su gracia reconciliadora. En este enlace puedes encontrar más información y materiales para la celebración.

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