Hoy he presidido un Consejo del Presbiterio que se renueva, para seguir sirviendo al Señor Jesús y al Evangelio. Pidamos a Dios sacerdotes, pastores santos, para que con su plegaria, los sacramentos, la eucaristía, con el pan de la palabra cercana, luminosa y esperanzadora, con sus ejemplos de sencillez y vida conforme a las bienaventuranzas, tengan fuerza para alentar en la esperanza a los sencillos, y sean gran signo de que Dios está con los hombres, pues esto supone la gran esperanza para todos. Trabajemos y oremos por las vocaciones al sacerdocio. Seamos toda la Iglesia, Pueblo de Dios, apóstoles de las vocaciones.