Mañana día siete, en su fiesta, la Catedral acoge a Nuestra Señora del Rosario, uniendo a la gracia jubilar de este año la mediación de María, que siempre nos lleva a Cristo, su Hijo. Os invito a todos a participar en la Misa del Voto a la Virgen del Rosario a las 12:00, esta vez en la S. A. I. Catedral de Cádiz. Recordemos, pues, la valiosa misión que María tiene para cuantos han recibido a Cristo por la fe, tal y como ha sido el deseo de Jesucristo Nuestro Señor. Dios cuenta con ella para que su amor maternal de a luz un amor todavía más generoso que llegue hasta nosotros.
Hemos de poner todas nuestras iniciativas al amparo de la Virgen María, tan querida por sus hijos. Recordad que la Virgen Peregrina de Fátima sigue recorriendo las parroquias, colegios, conventos, etc. empezando por el sur de la diócesis hasta recorrerla entera. Da gusto comprobar la acogida de los fieles a su amada Madre, y cómo es recibida siempre. Pero recordemos también que en la ciudad de Cádiz, su patrona, la Virgen del Rosario, Alcaldesa Perpetua de la ciudad, ha recorrido todas las parroquias mostrando su amparo a su paso y recibiendo la devoción y cariño de los fieles.
Acoger a María como nuestra Señora y protectora, como Madre y Maestra de la fe y de la vida, nos hará avanzar en el amor a Cristo para ofrecer a nuestra sociedad lo que solamente Dios puede darle, a saber, la esperanza, la vida divina, el gozo de ser hijos de Dios y herederos de su gloria. Acudamos, pues, a la escuela de María, la primera discípula del Señor, para aprender a ser discípulos, pues la devoción a María no es una escuela corriente, sino una escuela de fe, puesto que la vida cristiana se aprende, se cultiva, se desarrolla, debe crecer hasta la santidad de cada uno. Ella es la que ha creído. María es el camino que mejor nos permite aprender a Cristo, a ponernos en una actitud de escucha para recibir su gracia, en una actitud de ofrenda para responder a su amor mediante el don de nosotros mismos. Cuanto más se acude a María más se aprende a ser cristiano, porque Ella nos enseña a acoger la Palabra que Dios nos dirige y a dejarnos transformar, nos ayuda a ponerla en práctica y a llevarla al mundo. La Virgen María nos invita a acoger generosa y confiadamente la presencia de Jesús en nosotros, ayudándonos a renunciar a nosotros mismos y a ofrecer todo a Dios para que El actúe – en nosotros y a través nuestro– de modo concreto y profundo. Nuestra madre, María, nos adentra en Cristo, pero también nos lleva a las necesidades del mundo, a los necesitados, a la experiencia de la entrega y del servicio, a la fraternidad cristiana, al apostolado. Con ella avanzamos cada día, y, si es así, llegaremos lejos.