MI HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI 2017
Queridos hermanos, Pueblo Santo de Dios:
Nos convoca Cristo para celebrar con toda solemnidad la fiesta del Corpus Christi. Es un día para adorar al Señor y confesar públicamente con los labios y el corazón la fe en Jesucristo, Hijo único de Dios, centro y clave de todo lo creado, raíz de nuestra esperanza, fundamento último para el edificio del mundo y de la sociedad, piedra angular de la Iglesia. El día de Corpus los cristianos celebramos gozosos la presencia real del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía y recorremos las calles y las plazas de nuestros pueblos y ciudades adorando al Santísimo Sacramento del Altar, en el que está real y verdaderamente presente Cristo vivo, el “Amor de los amores” entregado por nosotros. Cristo vive para siempre y está realmente presente con toda su persona y su vida, con todo su misterio y con todo su amor redentor, en el pan y en el vino de la Eucaristía y se da a quienes le buscan. Dice San Juan Crisóstomo que el Señor “se deja tocar, comer y abrazar por quienes lo desean”. Este derroche de amor nos hace exultar de gozo y darle infinitas gracias en nuestros hogares, en la iglesia y por la calle. ¡Gracias, Señor!