asamblea_obispos_sur_17_05_17Vivimos en un mundo de contradicciones, ídolos y modelos que ofrecen liderazgos contrapuestos, variados, contradictorios, en un mundo vacío de ideales. Son días para oír al Buen Pastor que ha hecho por nosotros lo que nadie más puede hacer.

Reunidos estos días los Obispos del Sur en Córdoba, frente a la cercanía del Sínodo, hemos hablado de los jóvenes y de la vocación, a la vida cristiana en general, y a la consagración y al sacerdocio, hoy tan necesario. En este contexto quiero recordar las palabras del Santo Padre en el Día Mundial de la Oración por las Vocaciones, que celebrábamos el Domingo del Buen Pastor. Hoy es posible «volver a encontrar el ardor del anuncio y proponer» el seguimiento de Cristo, sobre todo a los jóvenes: «De cara a la generalizada sensación de una fe cansada o reducida a meros ‘deberes a cumplir’, nuestros jóvenes tienen el deseo de descubrir la fascinación siempre actual de la persona viva de Jesús, de dejarse interpelar y provocar por sus palabras y gestos”.

A vosotros jóvenes, y a los responsables, familiares, a toda la Iglesia, os digo: nunca tendremos personas entregadas a Cristo y a la misión cristiana sin la oración asidua y contemplativa, porque la vida cristiana se alimenta con la escucha de la Palabra de Dios. Hay que cuidar sobre todo la relación personal con el Señor en la adoración eucarística. En ella pedimos al Señor que de a muchos el don de la vocación, pero también nos dejamos llamar por El, que no deja de insinuar nuevos caminos para servir a los demás con la entrega de la propia vida.  El discípulo no recibe el don del amor de Dios «para su consolación privada», no es llamado a ocuparse «de sí mismo ni a cuidar de los intereses de una empresa».

Jesús es Pastor porque ha renunciado a su vida, haciéndose Cordero de Dios entregado para la salvación de todos. Cristo es a la vez Pastor del pueblo y Cordero de Dios entregado en sacrificio. Porque se entregó hasta la muerte para salvar al pueblo, sin conservar nada para sí, hemos sido salvados, pues andábamos como ovejas descarriadas.

Hagámonos Pastores, todos los cristianos, en la relación íntima con Él, para proclamar a los más jóvenes las maravillas del amor de Dios. Jóvenes, acercaos a Jesús, que os llevará al sentido profundo de vuestra propia vida, a la felicidad plena, más allá del cumplimiento de normas o deberes externos, a la vocación que os llenará el corazón.

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