La Cruz… Esta es la palabra con que Dios responde al mal del mundo. Es una palabra de amor y de misericordia infinita, de perdón y de reconciliación. Jesús carga con el mal del mundo y con nuestros pecados en silencio, pero de forma muy elocuente. ¿Quien dice que Dios no habla, ni responde a nuestras aflicciones y dolores? He aquí su respuesta. Hace falta mucho silencio contemplativo, mucha oración y silencio interior, para escuchar su respuesta. La cruz de Jesús es el signo supremo del amor de Dios para cada hombre, la respuesta sobreabundante a la necesidad que tiene toda persona de ser amada, en medio de las vicisitudes de su historia.