¿Hay algo más cercano al hombre que la ternura del amor de Dios? Pero ¿no es lo divino lo que se nos revela en Cristo? ¿Qué cosa más humana que el amor de Cristo? Cuando el amor es real, la persona gozosamente ata su libertad al otro para que se mantenga viva esa relación; no se puede amar sin hacer una entrega de sí mismo, sin hacer una oblación de su libertad por la fuerza del amor. El valor supremo del hombre no es la libertad, sino la libertad al servicio del amor. Y el amor no es darse algo, sino por completo.