19260307485_a0e4ab0ffe_oEl mes de junio está dedicado en la Iglesia a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús, solemnidad que celebramos hoy viernes dia 3. El Corazón de Jesús es la síntesis de la Encarnación y de la Redención; es manantial de bondad y de verdad. El Corazón de Jesús es expresión de la buena nueva del amor. El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la «buena noticia» del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención.

La solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús es la tercera y última de las fiestas que han seguido al Tiempo Pascual, tras la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu guiado por el mismo Dios. Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno.

Es necesario dirigir la mirada al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. 19,37; Deus caritas est, 12) para darse cuenta que este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados. Toda persona necesita un «centro» para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana. Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo. Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo. Junto al Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos invita a venerar el Corazón Inmaculado de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza.

A sus amigos les pide: pureza en la intención, humildad en el obrar y unidad en la los deseos. Según este programa divino el amor de amistad ha de hacernos vivir con pureza de intención y de corazón, y practicar las virtudes, especialmente la de la humildad. Además, estar unidos a Jesús requiere una unión de reparación y amor, no solo porque El nos ama, sino también porque no es amado de un gran número de personas y de nosotros mismos, que por desgracia le hemos negado muy frecuentemente.

Es una gran verdad que Dios tiene sentimientos, su amor amable ha de seducirnos pues comprendemos sus afectos a través de nuestros afectos humanos. No le podemos rechazar, sino que quien le ama desea consolarle de las ofensas propias y ajenas. Pero quien confía en El nunca queda defraudado. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30). Pues volvámonos hacia El diciendo: “Sagrado Corazón de Jesús, En ti confío”

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