vigilia_inmaculada_jovenes_1_07_12_15Este fin de semana he tenido la oportunidad de disfrutar con centenares de jóvenes de la Diócesis la Vigilia de la Inmaculada, y ella, nuestra madre, nos inspira la alegría del Cielo. Nuestra espera del Señor es seguir el camino del amor, que entendemos no sólo para nosotros, sino que debemos ofrecer a todos. Este es el secreto de la vida. Dice el refrán que “todos los caminos llevan a Roma”. Al cielo me parece que no. Todos los caminos no llevan a la plenitud del hombre, a la realización de la vida. Ni muchísimo menos. Hay muchos caminos que llevan a al precipicio, a la frustración y al fracaso. ¡No embotéis vuestra mente!

Parece que nuestra sociedad, a pesar de la crisis, opulenta, no puede vivir sin enajenar la mente. Es una característica social el fenómeno de la droga y el alcohol, no solo un tema comercial económico, sino que demuestra que se carece de sentido para vivir, de manera que el hombre no necesita solo distraerse sino huir, enajenarse por no enfrentarse consigo mismo, por no enfrentarse con la realidad. Este hombre que es incapaz de comprometerse, de amar, de ser fiel en el matrimonio, de dar la vida por los otros… tiene que buscar las grandes emociones, hacer de todo, inventarse cada vez más cosas más extrañas, para poder disfrutar las emociones de la vida; pero la gran emoción del compromiso es incapaz de degustarla, y la gran emoción del amor se queda a la mitad y a la primera de cambio es vencida por la tentación. Cuando realmente es el amor la profunda inspiración de su corazón, entra en un laberinto sin salida que le lleva por el camino contrario. ¿Qué modelo de vida se nos ofrece en esta sociedad, en los medios audiovisuales, en la cultura…? El vacío que termina siendo destructivo para el hombre. La diversión como huida y enajenación. Este no es el camino de la verdad, de la vida, de la realización personal, y por tanto la senda que construye la sociedad.

El tiempo del Adviento no es un tiempo fundamentalmente para dedicarnos a poner adornos, para proyectar comidas, para comprar regalos. Es tiempo de conversión, para que nos situemos en nuestras vidas y le preguntemos al Señor: ¿Qué esperas de mi, cómo puedo estar vigilante, cómo puedo transitar por los caminos de la vida, del amor, del servicio, que da verdaderamente la satisfacción de amar? ¿Cómo ser útil y sintonizar y vibrar con el corazón de Cristo? ¿Cómo vivir esperándote, recibiéndote, despierto, consciente? Madre Inmaculada, ruega por nosotros.

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