coronacion_virgendelaluz_1_16_06_13Celebrábamos ayer la gran fiesta de la Virgen del Pilar, y recuerdo con entrañable afecto el cariño con que los fieles de la Diócesis de Cádiz y Ceuta Veneran a nuestra Madre en el transcurso de los años, hace poco en el Día de la Patrona de Cádiz, la Función del Voto de la Virgen del Rosario. María nos visita, como sucedió cuando fue buscando a su prima Santa Isabel (Lc 1, 39-56). Nos recuerda con su presencia un socorro generoso, familiar, humano, divino, y un encuentro lleno del Espíritu Santo, con el gozo de Dios. Este encuentro nos recuerda la encarnación de Cristo, la venida de Dios al mundo y su transformación, su alegría, es decir, el gozo del evangelio. Pero nos hace pensar también en la misericordia de Dios que enaltece a los humildes, en el triunfo de la resurrección, que son “las proezas de su brazo”. ¿Es actual su visita? Al menos sólo en España hay 12.300 santuarios marianos, donde acuden continuamente sus hijos. Ellos, como nosotros aquí, formamos la “tierra de María”, como la llamaba el Santo Papa Juan Pablo II.

Seguimos acudiendo a la Virgen porque nos libra de los peligros. En la película reportaje “Mary`s Land”, tierra de María, anuncia su director: “erase una vez Dios. Y se acabó… porque hemos decidido vivir como si no existiese”. Y pregunta por diferentes lugares de la tierra a personas que, por intercesión de María, han encontrado la vida, han recuperado la salud, han superado una adicción, se han reconciliado. ¿Cómo es posible que, al menos externamente, sigamos prescindiendo de Dios en la sociedad? Existe una contradicción entre la vida privada y la compostura social, una disociación y rechazo frecuente a la hora de vivir la voluntad de Dios. Quizá, por este vivir “como si Dios no existiese”, fruto del nihilismo contemporáneo, el hombre es más desdichado. ¿No tendríamos que librarnos de la epidemia del relativismo, que nos hace vivir sin norte ni sentido? ¿Y la desvalorización del hombre y de la vida humana, la cultura del “descarte”, la exclusión, la manipulación, o una cultura deshumanizada, salvaje, agresiva? El rosario ha sido y es un arma poderosa en esta contienda.

Comprendemos entonces que, como María junto a la Cruz, es necesaria la prueba para la victoria, que asegure que la fe es verdadera, “para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro, que aunque perecedero se prueba al fuego, vivan dando alabanza, gloria y honor hasta que se manifieste Jesucristo” (1 Pe 1,7). La necesitamos para que podamos crecer, para satisfacer a Dios, para ayudar a los otros, para vencer el mal . Por tanto, debemos pedir a Dios audacia y el espíritu de servicio para afrontar la vida.

La escuela de María, la Madre y Maestra que enseña a vivir a sus hijos es la de la alegría que viene de abrir el corazón al Espíritu Santo para renovar el corazón en el encuentro con Cristo. La Virgen nos enseña la obediencia a la voluntad de Dios. De este modo es la Estrella de la Nueva Evangelización, porque, además, la fe crece cuando la llevamos a los demás. Hoy, en medio de la noche del mundo, resplandece su fe porque precede al “sol de justicia” que es Cristo en la historia del genero humano. Ella es guía y faro como discípula y como maestra.

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