concilio5Oremos con confianza por el Sínodo de la Familia que celebramos. Dios nos ayuda a vivir en Cristo el mayor de todos los realismos. La primera condición de la vida cristiana es el realismo. La fe no nos saca de la existencia, como algunos han llegado a pensar, ni nos priva de estar en la vida. Por el contrario, nos lleva a la vida, nos pone en la existencia, empezando por alabar, adorar y bendecir a Dios, que precisamente para acercarse a nosotros y para mostrarnos el camino de la vida se ha hecho hombre, ha asumido la vida, nos ha enseñado a vivir, sin evitar ninguno de los sufrimientos humanos, ni de los dolores, ni de la soledad, ni de la posible dificultad, al contrario.

Éste es el momento en el que vivimos –otros han tenido otras características–. En el nuestro se dice por todas partes que vivimos atacados por un fuerte relativismo, que quiere decir que no hay ni un bien definido, ni un mal definido, que cada uno puede de alguna forma comportarse como quiera; porque, al fin y al cabo, todo es neutral, todo es neutro. Efectivamente, en esa indefinición relativista es muy difícil buscar el bien y hacer el bien. El hombre que se fía de Dios se da cuenta de que la verdad tiene su sitio y que el hombre no puede prescindir de la verdad. Vivir en la verdad no es ningún tipo de fundamentalismo, sino que es entrar en ese realismo de la vida, y situarse, y pedir entonces lo que más necesitamos, que es la ayuda de Dios.

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