Entramos en la tercera semana de Cuaresma, y renovamos la llamada que cada año nos hace la Iglesia “a vivir estos días en oración, ayuno y limosna. Orar supone entrar en la profundidad de uno mismo para reencontrar a Dios. Ayunar es situarse con libertad ante los deseos espontáneos y aparentemente insaciables. La limosna es compartir resistiéndose ante la voluntad de poder y de posesión a favor de la generosidad que nos engrandece cuando crecemos en solidaridad y sobriedad. No se trata, pues, en modo alguno de cumplir un formalismo externo. Al contrario, es el camino que nos hace progresar en libertad interior, en lo «secreto del corazón», como dice el evangelio, y nos asemeja a Cristo” (Mensaje Cuaresma 2015 Mons. Zornoza).
En este espíritu cuaresmal hemos vivido, con profunda ilusión, la culminación de la I Edición de la Escuela de Discipulado con un retiro espiritual y una jornada de formación en Campano. Cerca de un centenar de personas de toda la Diócesis y de diferentes realidades diocesanas tomaron parte en estas jornadas. Los participantes han confirmado su compromiso como discípulos del Señor en proyectos diocesanos con la Diócesis y su interés en continuar ahondando en su fe y trabajando como misioneros en los Centros de Evangelización. También culmina ahora la II Edición de la Escuela de Evangelizadores con idénticos propósitos. Demos gracias a Dios por estos hermanos y su entusiasmo por hacer realidad la Nueva Evangelización en nuestra Diócesis y comprometamos la oración de unos por otros por la fidelidad a tan alto empeño. Con seguridad todos nos veremos enriquecidos por la fe de todos estos fieles generosos que se comprometen con las parroquias y delegaciones diocesanas para que llegue a todos el gozo del evangelio.