Me gusta mucho cuando el Papa Francisco habla de los desheredados de la tierra, los marginados, de salir a las periferias. ¡Cuánta gente hoy, sin necesidad de irse muy lejos, incluso gente que ha podido conocer de alguna forma la salvación de Cristo, la vida de Dios, e incluso iniciada en la vida de la Iglesia, está en esas periferias, y busca respuesta a su dolor y a las lágrimas de sus ojos, por una vida quebrantada! Y la indicación aguda del Papa Francisco nos hace descubrir que en esas heridas de la vida está ese reclamo de Dios de que hay que predicar el Evangelio tocando el corazón de cada uno, buscando, no en serie, sino personalmente, para poder mostrarle la respuesta, la invitación del Señor que llena el corazón, y devolverle al camino de la Vida.