Queridos amigos: la celebración de ayer, Domingo 1 de junio, Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús a los Cielos, y de la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales, invita a una reflexión sobre el papel de los comunicadores sociales en nuestra sociedad, configurada, cada vez más, por una nueva cultura que está transformando a la humanidad. El papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada, ha invitado a esta nueva cultura del encuentro.
La aparición y difusión de las nuevas tecnologías de la comunicación, que cumplen ahora 20 años, ha generado, especialmente con la incorporación de las redes sociales, una nueva cultura. Esta nueva realidad de las comunicaciones está transformando el modo de conocer, de trabajar, de relacionarse, de vivir y de interactuar. La globalidad de las dimensiones que se ven afectadas, la velocidad en la difusión y la extensión geográfica a toda la tierra, son tres rasgos que caracterizan esta nueva cultura, al tiempo que muestran su importancia.
Estas nuevas tecnologías deben estar al servicio de la humanidad para alcanzar la meta que el papa Francisco ha señalado en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de este año: «En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. Comunicar bien nos ayuda a conocernos mejor entre nosotros, a estar más unidos. Los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros».
Desde nuestra Diócesis con sus diferentes opciones comunicacionales nos unimos al deseo del papa Francisco de que los medios «puedan ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio». Él mismo nos está animando a todos a «entrar en diálogo con los hombres y las mujeres de hoy para entender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas, y poder ofrecerles el evangelio», y lo está haciendo con su ejemplo al navegar en las redes sociales para llevar esta palabra de esperanza.
Al reconocer el valioso trabajo de los comunicadores sociales quiero acercarles un hermoso y apremiante desafío. Consiste en transformar, por medio de su trabajo, esta cultura digital en una cultura de encuentro, en la que no haya espacio para la calumnia o el odio sino más bien para la proximidad de las personas, las relaciones amables, la sonrisa que acompaña al encuentro compartido de la verdad. Se trata en el fondo de un intercambio de conocimientos y cultura, de un compartir opiniones de interés para el progreso social; en una palabra, de consolidar la cultura del encuentro para el bien común. Debemos apostar por la comunicación de la excelencia, donde no quepa el insulto, la difamación, la calumnia que crea la polémica fácil y posiblemente mayor audiencia (con alguna posible repercusión económica o mediática) pero degrada siempre las relaciones y enturbia la convivencia. No se puede prescindir nunca de la ética, de la deontología profesional, si se valora la dignidad de la persona y de la sociedad.
Quiero expresar mi reconocimiento agradecido a los comunicadores de todos los medios de comunicación social: orales, escritos, televisivos y de las distintas redes sociales de Cádiz y de Ceuta que se empeñan en esta noble tarea, a lo que unimos nuestra oración por ellos y por el éxito de una misión que es servicio al bien de la humanidad. Que Jesucristo, el primer comunicador, les aliente en el trabajo y bendiga su misión.