En este mes de mayo, mes de la Virgen, nos encomendamos a ella con fervor. También encomendamos la Nueva Evangelización que, con el impulso del Espíritu Santo, se hace realidad en nuestra diócesis a través de las diversas iniciativas pastorales. Estamos pidiendo al Señor Jesús y a su Madre Santísima el don de una renovación profunda y un entusiasmo misionero, tal como escuchamos pedir con insistencia a nuestro querido Papa Francisco. La oración, y en este mes de mayo, la oración del Rosario, es la mejor de las iniciativas que podemos tener los creyentes para pedir la protección maternal de María y la bendición de la Misericordia divina sobre nuestra diócesis, nuestra ciudad de Cádiz y sobre nuestras familias, especialmente las más necesitadas.
Si somos verdaderamente conscientes de la gran necesidad y la urgencia del momento que estamos viviendo, con tantos retos espirituales y necesidades materiales, debemos orar más. Con el Santo Rosario, como nos enseñaba el ahora santo Juan Pablo II en su carta Rosarium Virginisque Mariae acerca del valor de esta oración entrañable, contemplamos con los ojos de María la vida de Nuestro Salvador.